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Eva Marmolejo Capilla
foto de familia
Bajo rendimiento escolar, repitencia, deserción... ¿Fracaso escolar?
Es natural que deseemos para nuestros hijos un buen rendimiento escolar, el objetivo del mismo es que puedan incorporar los aprendizajes significativos para insertarse productivamente en la sociedad de acuerdo con los requerimientos de la época.
Sabemos que según las estadísticas y lo que refleja la realidad cotidiana es elevada la cifra de repitencia y de deserción; indicadores del fracaso escolar.
¿Cuándo se declara el fracaso escolar?
Se declara fracaso escolar al presentarse un desajuste entre las metas que se espera que el alumno alcance en un tiempo determinado y su rendimiento. Se plantea una situación en la que el sujeto no cumple con las expectativas pedagógicas propuestas por los programas de enseñanza.
El fracaso escolar generalmente da lugar a la deserción. En algunos casos aunque el niño/a complete la escolaridad, si el nivel alcanzado es muy bajo, igualmente encierra un fracaso, no en la escuela, sino en el entorno social más amplio ya que no ha podido desarrollar las competencias necesarias para desempeñarse en la sociedad.
La vivencia de fracaso debilita la autoestima reforzando la situación en la que se encuentra y haciendo más difícil la posibilidad de salir de la misma. Cabe destacar que en algunos casos las causas pueden ser transitorias, pueden estar relacionadas con perturbaciones de una etapa, de un ciclo vital, tal como frecuentemente ocurre en la adolescencia.
El fracaso escolar es un complejo entramado de causas y consecuencias en las que el alumno/a queda atrapado/a.
Algunos puntos para tener en cuenta
El entorno familiar y sociocultural al que el alumno pertenece mantiene entre sí múltiples relaciones y le proporciona al niño/a condiciones que pueden ser favorables o no para su desarrollo cognitivo y para los aprendizajes.
Las constituciones familiares (ausencia de un padre, familias desmembradas, ensambladas, etc.), la estabilidad familiar, el interés o el desinterés por la educación del niño, la sobreexigencia, la posición y valoración de la familia en relación con el estudio y con la cultura, la situación económica entre otros, condicionan la experiencia del alumno/a y afectan su rendimiento.
Disponer de un espacio destinado exclusivamente a estudiar favorece que el niño/a comprenda que se trata de una actividad con características diferentes de otras que se realizan en la casa, distinta de mirar televisión, de jugar, que requiere de mayor silencio, de otro ritmo, de otro tiempo, de otra actitud.
El hecho de tener un espacio para estudiar ayuda al niño a organizarse a la vez que pone en claro qué valoración hace el núcleo familiar del estudio, qué importancia y qué respeto le otorga.
¿Fracaso o éxito estratégico?
Muchas veces el fracaso escolar encierra un pedido de atención, es utilizado como una estrategia para reclamar a los padres. Expresa un contenido del mundo de relaciones, por lo general familiares, trae a la luz lo que estaba oculto, lo que el niño/a no pudo demandar con palabras.
En algunos casos el fracaso escolar es un pseudo éxito, una forma de expresar la existencia de un conflicto.
La elección de la escuela apropiada
De la elección de la escuela depende en cierta medida el éxito o el fracaso de los procesos de enseñanza aprendizaje. La elección de la misma supone elegir un determinado estilo de vínculo educador–educando, escuela–familia, ciertas estrategias institucionales para la retención y la inclusión. La escuela y los docentes deben saber qué hacer con los alumnos que presentan dificultades para aprender.
Muchas veces los problemas de aprendizaje tienen su origen en el desconocimiento de la cultura escolar por parte de los alumnos. Sabemos que los niños pasan gran parte del día frente al televisor, manejan otras pautas de comunicación. Habituados a los video juegos, a Internet, les cuesta cada vez más adaptarse al ritmo escolar.
Es fundamental que la escuela cuente con las estrategias adecuadas que necesitan los niños de esta época ante sus dificultades, de lo contrario, en caso de no "escuchar" generará la exclusión.
La vinculación entre pobreza, familia, fracaso escolar, exclusión, es muy estrecha, si bien no basta la pobreza para explicar el fracaso escolar.
La impotencia que experimentan algunos adultos generó la tendencia a tratar de encontrar una solución de tipo médico, de medicar para solucionar los problemas de aprendizaje, para tratar el ADD (desórdenes más déficit de atención).
Reducir las múltiples causas del fracaso escolar a una cuestión médica y como tal solucionable con un tratamiento y un medicamento, aparece como una vía de solución práctica y cómoda ; tranquiliza a padres y a educadores ya que por un lado delimita su abordaje a la vez que no requiere de grandes cambios por parte de los adultos.
¿Una deficiencia del sujeto?
Durante muchos años se enfocó este tema desde un punto de vista patológico, considerándolo una deficiencia del sujeto ya sea de tipo orgánico, intelectual, afectiva, etc. No se tuvo en cuenta al sujeto en el entorno, ni al entorno con relación a las políticas de inclusión social para enfocar problemas como la repitencia, la deserción, etc. Recuperar un imaginario compartido entre docentes y alumnos sin duda favorecerá la enseñanza-aprendizaje.
Un imaginario escolar basado en los siguientes supuestos:
  1. Los alumnos dan por supuesto que el maestro "sabe".
  2. Los docentes dan por supuesto que los alumnos quieren y pueden aprender.
La toma de conciencia vence al prejuicio
Fracaso escolar ya no es sinónimo de bajo nivel intelectual, es más, en algunos casos el sujeto fracasa siendo su inteligencia normal o incluso superior a la media. Puede presentarse en superdotados, por problemas de adaptación, por aburrimiento, etc.
Enfocar el fracaso escolar únicamente desde el paradigma patológico, interpretándolo como una forma de deficiencia orgánica o psíquica cierra la posibilidad de analizar el tema desde múltiples perspectivas. Se corre el riesgo de no intentar revisar ni cambiar las prácticas escolares, de catalogar y rotular al alumno descalificándolo, cerrando sus posibilidades de aprender, dejando de lado su singularidad y subjetividad. Cuando hablamos de fracaso escolar estamos frente a un fenómeno complejo que requiere dejar a un lado las críticas irrelevantes, reflexionar, y un compromiso.
Sin lugar a dudas el fracaso escolar es un entretejido que incluye el cruce de muy variados factores que deben ser considerados para poder evaluar, prevenir y acompañar a los niños en el proceso de enseñanza-aprendizaje con estrategias pedagógicas eficaces y un marco de contención afectiva.
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